Alerta social
La precariedad laboral crónica justifica considerar un modelo de Renta Básica
Maria Jesús Montero, ministra de Hacienda en funciones EFE
La precariedad laboral afecta principalmente a los jóvenes,
como acaba de poner de manifiesto una vez más un estudio del Banco
de España. Los jóvenes españoles ganan hoy lo mismo que a
finales de los años noventa y son la primera generación que tiene
unos ingresos laborales inferiores a los de la generación
precedente. No es exagerado calificar su situación de dramática,
ni tampoco reclamar soluciones rápidas para un problema que
amenaza con enquistarse como un factor de desestabilización social
y política. El Observatorio de Emancipación acaba de difundir un
informe en el que radiografía las penalidades de los más jóvenes
en España: solo el 19% de los menores de 30 años ha conseguido
emanciparse, por la poderosa razón de que necesitarían como media
el 90% de su salario para alquilar un piso.
Los jóvenes no son los únicos que sufren los estragos de la
precariedad. En parecida situación se encuentran los parados de
larga duración, entre los que suelen abundar los mayores de 45
años. El mercado laboral aparece estrangulado, con distintos
grados de intensidad, por los dos extremos de la pirámide
poblacional. Las expectativas a corto plazo son incluso más
preocupantes. A diferencia de otras depresiones o recesiones, la
precariedad se está convirtiendo en el modo de operar habitual
entre los ofertantes de empleo. Este fenómeno, socialmente muy
grave, se manifiesta en que la contratación de mala calidad,
temporal y a tiempo parcial, sigue aumentando a pesar de que la
economía española ha vuelto a la senda del crecimiento y en la
resistencia explícita de los grupos empresariales y lobbies afines
a modificar la reforma laboral de Rajoy.
Corregir esta situación requerirá tiempo, un Gobierno estable
a pleno rendimiento y la aplicación de cambios normativos de
calado. Pero la persistencia de la precariedad en condiciones
económicas favorables, justifica la conveniencia de proponer para
la próxima legislatura un debate en profundidad sobre la
aplicación de un modelo de renta básica en España. Por muchas
razones. La protección social hoy es insuficiente, como puede
apreciarse por los porcentajes decrecientes de cobertura pública
del desempleo; con frecuencia es también ineficiente, porque su
eficacia nominal se dispersa por los meandros de las competencias
administrativas y el piélago de modalidades vigentes. Para colmo,
el mantenimiento de ayudas públicas suele depender de la simpatía
ideológica, mayor o menor, del Gobierno en ejercicio.
Una renta básica, que no tiene por qué ser universal y podría aplicarse con las condiciones o perímetros que se consideren convenientes, permitiría zanjar la desatención social a una parte importante de la población, que todavía sufre las consecuencias de una crisis y de una recuperación parcial de salarios y rentas. Simplificaría además la maraña administrativa de ayudas sociales —subsumiría o sustituiría a algunas— y contribuiría a sostener el consumo y la base del crecimiento económico. Los criterios básicos para abordar ese debate son que el modelo de Renta sea pactado y que sea financiable. El modelo propuesto por la AIREF podría ser una base aceptable para el debate. Es una iniciativa política que la situación real de jóvenes y de parados mayores de 45 años está más que justificada
Una renta básica, que no tiene por qué ser universal y podría aplicarse con las condiciones o perímetros que se consideren convenientes, permitiría zanjar la desatención social a una parte importante de la población, que todavía sufre las consecuencias de una crisis y de una recuperación parcial de salarios y rentas. Simplificaría además la maraña administrativa de ayudas sociales —subsumiría o sustituiría a algunas— y contribuiría a sostener el consumo y la base del crecimiento económico. Los criterios básicos para abordar ese debate son que el modelo de Renta sea pactado y que sea financiable. El modelo propuesto por la AIREF podría ser una base aceptable para el debate. Es una iniciativa política que la situación real de jóvenes y de parados mayores de 45 años está más que justificada
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